El momento actual en el país se caracteriza por la ausencia de oposición política de
derecha y de izquierda, entendiendo por oposición política no a un puñado,
grande o pequeño, de personas que aspiran sustituir a los actuales gobernantes,
sino fuerzas organizadas con propuestas alternativas a lo que se está haciendo
actualmente.
Como consecuencia de esa ausencia de oposición
política el oficialismo está solo en la cancha, y por tanto, seguirán en el
corto plazo gobernando esta sociedad, pues las masas han comprendido
perfectamente que no hay diferencia entre los que están y los que aspiran a
llegar.
En el caso hipotético e improbable de que esa
masa abigarrada hambrienta de poder que aspira a sustituir al oficialismo
lograra deponer las ambiciones individuales y/o grupales, lo harían aún peor que
los actuales gobernantes (véase historia reciente, gestiones municipales y la
UASD, como muestras).
En el mejor de los casos, si se produjera un
milagro y se articulara una opción alternativa a los partidos tradicionales (PLD,
PRD, PRM, PRSC), se lograría una réplica de la Venezuela bolivariana, con su
boliburguesía versión dominicana y cambios en lo jurídico-político como en la misma Venezuela, Bolivia, Ecuador, pero
dejando intacta la infraestructura (la economía), que es donde se genera la
desigualdad y la explotación.
Siendo así, quienes
aspiramos a transformaciones estructurales habríamos arado en el mar, empujando
a las masas explotadas y oprimidas a nuevas frustraciones que alejarían aún más
las posibilidades de organizarlas en torno a un proyecto realmente
revolucionario, con lo cual, habríamos trabajo en contra de nuestros objetivos
estratégicos.
Ante un panorama semejante, lo único revolucionario
que puede hacerse, es enfocarnos en la ardua tarea de comenzar de cero a
organizar un núcleo revolucionario compuesto por personas de la clase
revolucionaria, que sirva de huesos donde ir aglutinando a los explotados y
oprimidos para construir una organización política revolucionaria que articule,
entonces sí, a todos los sectores explotados y oprimidos y los descontentos con
el sistema y/o con el gobierno de turno, pero bajo la dirección ideológica y
orgánica de la clase revolucionaria, para trabajar en sustituir la sociedad burguesa
por una sociedad socialista.
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