domingo, 1 de noviembre de 2015

Los comunistas y el movimiento social

En años recientes hemos sido testigos del auge que han tenido los llamados movimientos sociales. La pequeña burguesía, clase social que históricamente se ha caracterizado por su activismo político, se ha apoderado del escenario de protestas políticas por reivindicaciones sociales y ciudadanas.

Esta clase social ha ocupado las primeras planas de los periódicos con sus reivindicaciones por una mayor democracia participativa, con su lucha contra la corrupción en el Estado, con sus demandas de mejoras en el sistema de salud y educativo, entre otros temas. Dichas luchas han tenido mucha trascendencia y han puesto en la palestra los temas de interés de la pequeña burguesía. Cabe mencionar que ha sido una lucha reformista en contra de los gobiernos de turno; nunca estos movimientos, siquiera, han puesto en tela de juicio el sistema de opresión social imperante.

Entonces nos preguntamos: ¿Cómo los comunistas, que aspiramos a la destrucción de la sociedad dividida en clases, podemos articular nuestros objetivos con los movimientos sociales existentes de la pequeña burguesía que solo busca una mejora  del sistema actual?

A mediados del siglo XIX, cuando el término “movimiento social” empieza a tomar relevancia, se usaba para referirse a organizaciones que buscaban un tipo de cambio revolucionario, y tenía como fin la instauración de un régimen socialista. Hoy día el concepto se ha diversificado y ampliado: los movimientos sociales son escenarios sociopolíticos que permiten la confluencia o convergencia de diferentes estratos de la sociedad en torno a objetivos y reivindicaciones que van más allá de los intereses específicos de una clase social. 

El crecimiento exponencial que reflejan los movimientos sociales ciudadanos es inversamente proporcional al que presentan los partidos de izquierda y el movimiento obrero. Estos últimos no solo  han visto mermar su incidencia en la correlación de fuerzas del escenario político nacional, sino que también el número de miembros de sus filas ha ido en picada.

Vista entonces la actual correlación de fuerzas políticas, se hace propicio señalar que es oportuna y acertada la participación de los comunistas  en luchas por reivindicaciones sociales que vayan en beneficio de varias clases sociales: mejoras en el sistema de salud, protestas contra la desnacionalización de descendientes de inmigrantes o lucha por aumento salarial. Asimismo, entendiendo que los movimientos sociales no se limitan al ámbito político, sino que se expanden al ámbito cultural y artístico,  es visto como bueno y válido la motivación y creación de movimientos de dicha índole.

Pero no es la simple participación en dichas protestas lo que como revolucionarios debemos perseguir;   estos espacios deben de ser usados para difundir el pensamiento revolucionario. Llevar a estos sectores  nuestras concepciones de cambio,  hacer ver a las demás clases sociales que si se pretende lograr cambios significativos y reales, los ataques no deben limitarse a la superestructura del sistema, sino que deben estar dirigidos a la infraestructura, la parte económica del mismo, puesto que es aquí donde el capitalismo genera la desigualdad y la explotación social que tanto nos aquejan. 

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