No puede haber revolución en una sociedad
históricamente determinada, al menos en la sociedad humana actual, sin un
núcleo de mujeres y hombres que orienten el accionar de las masas explotadas y
oprimidas hacia la materialización de objetivos estratégicos que hagan posible
esa transformación revolucionaria, es decir, no puede haber revolución sin un
partido revolucionario.
Un partido revolucionario no puede construirse más que alimentándose de la clase que, en la
sociedad en la cual existe ese partido, constituya la clase revolucionaria.
Puesto que vivimos en una sociedad capitalista en la
cual la burguesía es la clase dominante, la única clase verdaderamente
revolucionaria de las que se enfrentan a esa burguesía hoy, es el proletariado,
por tanto, con ella es que debe construirse el partido revolucionario en
nuestra sociedad actual, para alrededor de ella, guiar al resto de clases y
sectores oprimidos. El partido revolucionario de hoy debe ser pues, un partido
obrero.
Es alrededor del partido revolucionario, construido
sobre la base de la clase revolucionaria, que se han de agrupar las clases
explotadas y las masas oprimidas de esa sociedad, para, juntas, enfrentar y
derrotar a la clase o bloque de clases opresoras y construir la nueva sociedad.
La construcción del partido revolucionario es, por
lo tanto, la tarea principal y más urgente de toda mujer y todo hombre
que se considere como tal. La apuesta de las personas
revolucionarias debe ser a la organización y educación de las clases
explotas y sectores oprimidos para desarrollar luchas exitosas que vayan
logrando conquistas y cambiando la correlación de fuerzas en la lucha de clases
contra la burguesía y sus aliados hasta que podamos derrotarla dando inicio a
la revolución socialista.
Los principales males que padece nuestra
sociedad, en particular, y la humanidad, en general, son estructurales y por tanto sólo tendrán solución con cambios en
las estructuras de la sociedad, es decir, sólo encontrarán solución mediante una
revolución social que destruya el actual sistema imperante y construya nuevas
instituciones acordes con la realidad y las necesidades de la sociedad actual.
La sociedad capitalista ha sintetizado en sí todo
tipo de propiedad privada que le antecedió y la ha puesto al servicio del
beneficio de la burguesía que se enriquece mediante la explotación de mano de
obra asalariada y tiende a socializar la producción pero manteniendo un modo de
apropiación privada, individual, siendo así, sólo la organización socialista de
la sociedad, donde la producción social generada por el capitalismo se
complemente con la apropiación colectiva del producto del trabajo humano, podrá
generar una sociedad beneficiosa para la colectividad y no sólo para un puñado
de individuos. Sólo la sociedad socialista puede dar respuesta a las
necesidades colectivas generadas por el capitalismo.
Los males estructurales que padece nuestra sociedad
son comunes al resto de la humanidad, por lo tanto, el carácter de la revolución
es internacional. La revolución necesaria hoy debe ser pues, proletaria e
internacional.
Hay que construir una nueva dirección política
revolucionaria que se coloque al servicio de la movilización independiente de
las masas trabajadoras. Con un programa que desenmascaren a la burguesía y el
imperialismo, al gobierno, las instituciones del Estado, los partidos del
sistema, la burocracia política y sindical, como enemigos de la clase
trabajadora y las masas populares, y dar la pelea por nuevas direcciones en que
las decisiones sean tomadas en las asambleas de base, establecer y ejecutar la revocabilidad de la
dirigencia.
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Santiago, República Dominicana.
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