El 8 de marzo se celebra lo que ha venido a conocerse como el día internacional de la mujer, pero que tiene un origen y unas connotaciones que, por sus implicaciones para las clases explotadoras que hoy dominan la sociedad humana, es silenciada.
El día internacional de la mujer se celebra o se conmemora el 8 de marzo en homenaje a la huelga de las trabajadoras textiles de 1908 en Chicago y Nueva York que protestaron por las penosas condiciones de trabajo.
Como se ve, el 8 de marzo tiene una connotación de clase, de las luchas de la clase obrera internacional por mitigar y erradicar sus condiciones de opresión y explotación.
La lucha de la mujer por sus derechos como seres humanos y como ciudadanas es vieja, pero no eterna, de hecho hubo tiempos en la historia humana en que no fue necesaria porque aún no se habían impuesto las condiciones de preeminencia masculina en la sociedad humana que sólo surgen con la organización patriarcal y se van perfeccionando en las sociedades divididas en clases que le sucedieron.
Es el mismo desarrollo de las fuerzas productivas y los cambios que generan en la estructura social lo que obliga a insertar a la mujer en el proceso productivo nuevamente y ahora de forma masiva pero aún discriminando en el trato, las oportunidades y sobre todo, lo más relevante, en el salario.
Sin dudas después de la lucha por sus derechos reproductivos, por el derecho a decidir sobre su cuerpo, la lucha más importante de la mujer actual es por el derecho a recibir una paga igual a la que reciben los hombres por el mismo trabajo realizado.
La mujer ha ido conquistando día a día, con mucho sudor, muchas lágrimas, y, a veces, con sangre, cada vez más espacios en la sociedad humana. Las protagonistas de estos grandes avances no son las grandes mujeres de la vida pública, que a menudo sólo representan un triunfo individual, sino las heroínas anónimas de la cotidianidad que sin cuotas ni títulos se abren camino pese a todas las trabas impuestas por los hilos ocultos de la cultura patriarcal dominante.
La mujer que hace avanzar la causa de la igualdad de derechos no es la que recibe como una dádiva o favor, como un gesto de caballerosidad de esta sociedad machista un espacio en la vida pública o laboral, sino las miles, los millones de mujeres que día a día demuestran con su trabajo y capacidad, que la proporción en su participación social no se debe a limitaciones suyas, sino a trabas impuestas por la sociedad.
Si como dice el epígrafe de Karl Marx que encabeza este escrito "El progreso social puede ser medido por la posición social del sexo femenino", entonces debemos tener claro que falta mucho camino por andar.
Que este 8 de marzo sirva para comenzar a andar el resto del camino faltante y que la lucha de la mujer se reencuentre con la lucha de clases del proletariado hasta lograr la victoria y construir el socialismo.
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