La burguesía dominicana por medio de sus organizaciones como la Confederación Patronal de la República Dominicana (COPARDOM), el Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP), la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios (ANJE), entre otras organizaciones y asociaciones de los patronos dominicanos, pretenden arrebatarle a la clase trabajadora los pocos derechos que ha conquistado.
No les parece suficiente a los patronos dominicanos y al Estado, con pagar a la clase trabajadora salarios que, ellos mismos admiten, sólo cubren en 33% o menos de la Canasta Básica, es decir, que apenas alcanzan para adquirir un tercera parte de los bienes y servicios imprescindibles para reponer sus energías y continuar con sus labores productivas, sino que ahora quieren arrebatarle a las personas asalariadas de nuestro país, las escasas conquistas y derechos obtenidos con mucha sangre y sudor, como son algunos derechos y garantías contenidas en el actual Código de Trabajo de la República Dominicana, conquista lograda gracias a las luchas de los trabajadores cañeros del este del país, con la huelga azucarera del 1946.
Bajo la excusa de “actualizar y modernizar’’ el Código de Trabajo, la burguesía nacional y sus testaferros en el Estado se aprestan a modificarlo, con el claro objetivo de desmontar garantías como la cesantía y el preaviso, es decir, la compensación económica a trabajadores cuando son despedidos sin cometer falta y la notificación con dos semanas de antelación antes de ser despedidos.
Ante esta amenaza de la burguesía nacional y quienes en su nombre administran el Estado, la clase obrera dominicana debe responder con serios esfuerzos de organización y movilización que detengan, con la fuerza que da la unidad, este intento de despojar a los asalariados de sus derechos adquiridos.
Debemos iniciar nuestra resistencia clasista, con una amplia jornada de discusión, reflexión y educación entre los sectores asalariados, sobre los derechos laborales y la urgente necesidad de organizarnos para defenderlos.
Este desafío nos encuentra en un momento de suprema debilidad, tanto por los altos niveles de corrupción y connivencia con los patronos dentro del escaso sector sindical, así como también por los bajos niveles de organización de la clase obrera dominicana y el casi absoluto desconocimiento de nuestros derechos.
Ante la debilidad y dispersión en que este reto nos encuentra, los asalariados dominicanos debemos encontrar nuevas formas de organización, más generales y creativas, que no se limiten a la organización dentro de las empresas en que trabajemos para evitar represalias que aborten el proceso en su fase inicial.
Si la organización dentro de las empresas resulta altamente difícil y riesgosa, debemos organizarnos en torno a nuestros intereses generales, para desde ahí y una vez fortalecidos por la unidad, continuar con la organización interna dentro de nuestros lugares de trabajo.
chisparrevolucionaria@gmail.com
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