viernes, 31 de enero de 2014

Las clases medias y la revolución social




 Las clases medias comprenden una amplia y abigarrada gama de sectores que van desde la aristocracia obrera (obreros altamente calificados  o en funciones de vigilancia como mecánicos, supervisores, etc), profesionales, medianos comerciantes, pequeños y medianos industriales, y los altos ejecutivos de la burocracia estatal.
    Desde el punto de vista social, las clases se identifican por su nivel de ingresos; desde el punto de vista económico, en cambio, se clasifican por la forma como obtienen esos ingresos.
     Es por ello que las clases medias constituyen desde la óptica social, por su nivel de ingresos muy superior  al de la clase obrera y bastante inferior al de la burguesía, una clase o franja de clases intermedias entre estas dos clases antagónicas del capitalismo.
   Sin embargo, considerándola desde el punto de vista económico, por la forma como obtiene sus ingresos, la gran mayoría de las clases medias, al recibirlos en forma de salario (retribución a cambio de un trabajo realizado), comparte el destino y, por tanto, los intereses estratégicos de la clase obrera, pues la tendencia natural del capitalismo es a la concentración cada vez mayor de los capitales, y por tanto, a la proletarización (conversión en trabajadores asalariados) del resto de la sociedad, incluyendo a los profesionales, pequeños y medianos comerciantes e industriales.
    Por la índole misma del trabajo que realiza: labores administrativas del capital o del aparato burocrático estatal, vigilancia del proceso productivo, las clases medias están en contacto directo y constante con la burguesía y quienes, en su nombre, administran el Estado; ello la lleva a copiar su estilo de vida  (que es a su vez copiado del de los países dominantes del capitalismo internacional), hasta donde su limitado nivel de ingresos  así se lo permite.
    Esas relaciones tan próximas con la clase dominante, las llevan a soñar con una movilidad social que las coloquen a la par de la burguesía, a convertirse en burgueses, y, políticamente, a creer y defender el statu quo como el orden social, político y económico perfecto.
    Ese quid pro quo, lleva a las clases medias a asumir como suyos los intereses de la clase dominante, en contra de sus verdaderos intereses estratégicos, es decir, confunden sus deseos con la realidad: lo que quisieran ser con lo que serán.
     De ahí se desprende que, cuando las clases medias hablan de cambios, se limiten a plantear la reforma del aparato estatal y colocar en sus órganos ejecutivos a profesionales honestos y con capacidad gerencial, pues asumen que todos los males generados por el actual sistema, son el resultado de la maldad e incapacidad personales de los gobernantes de turno. Así, por ejemplo, piensan  que el problema del auge delictivo se resuelve llevando a la Policía Nacional a personas honestas, bien equipadas y entrenadas y, educando a la población, ignorando las profundas desigualdades y falta de oportunidades que sirven de caldo de cultivo a la delincuencia común, en nuestras barriadas.
    El cambio social difícilmente puede producirse sin el concurso de la clases medias, pues de ellas forman parte los profesionales e intelectuales de cualquier sociedad; si bien es cierto que nunca han dejado de existir  casos aislados de gente que, formando parte de ellas, asumen los intereses estratégicos del pueblo trabajador, que son también los suyos, no menos cierto es que para que se materialicen los cambios estructurales que la sociedad necesita, se hace imprescindible que por lo menos una franja significativa de las clases medias dé un giro de 180 grados en su visión de la sociedad y en las propuestas que defienden para solucionar los problemas que ésta padece.        
     Es por ello que se hace necesario motivar la reflexión y el debate en el seno de las clases medias para que ponga sus cualidades y recursos al servicio de una posición política que fortalezca la lucha por sus intereses estratégicos; sacarla de la ensoñación en que las relaciones carnales con la clase dominante las tienen sumidas; unir sus luchas a las de la clase obrera y articular con ella un gran Frente Cívico-político que les permita acceder al control del Estado, para desde allí impulsar los cambios en beneficio de la mayoría de la sociedad.

chisparrevolucionaria@gmail.com

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