El momento político actual en la sociedad dominicana
se caracteriza por avances del partido oficialista en el control de la casi
totalidad de la estructura formal del Estado y la extensión de ese control a
las instituciones y gremios no estatales de la sociedad, lo cual
lleva la desesperación a los sectores políticos de la oposición quienes ven el
fortalecimiento del oficialismo y con ello acrecentarse las posibilidades de su
permanencia en control del aparato estatal y del presupuesto nacional.
El principal partido de oposición, el PRD, dividido
por la intervención del gobierno que astutamente apoyó en determinados momentos
a los dos principales bandos enfrentados por la candidatura presidencial de ese
partido, y que, además, tuvo siempre como estrategia venderse como el mal menor
frente a las figuras dictatoriales de Trujillo y Balaguer, pierde su razón
histórica de existir, por lo cual dan manotazos de ahogado convocando a
la sociedad a aglutinarse en torno suyo para combatir molinos de viento a los
que nos quiere presentar como gigantes.
Por otro lado, los denominados partidos emergentes a
penas si despiertan del letargo después de su insignificante participión en las
pasadas elecciones, caracterizada por candidaturas aburridas, vacilantes,
medrosas de abordar los graves problemas sociales que aquejan a la sociedad
dominicana por temor de enfrentar a los verdaderos causantes de los mismos: las clases dominantes que controlan la economía dominicana y las
multinacionales, prefieren enfocarse en combatir contra el gobierno que les
sirve, es decir, se pelean con los payasos y malabaristas, pero no con los
dueños del circo.
Más allá, está la extrema izquierda, enfocada también
en combatir al gobierno y, especialmente, a los cuerpos represivos del Estado
como los principales enemigos del pueblo, sustituyendo con ellos a las clases
dominantes, verdaderas enemigas irreconciliables de los oprimidos. Esta visión
lleva a la extrema izquierda a dejar de lado a la clase obrera, sujeto
insustituible de la lucha y la construcción del
socialismo; organizando a todo el que quiera, menos al proletariado;
desarrollando métodos de lucha y
organización que la aíslan de las masas, disminuyendo aún más su influencia en
la política cotidiana.
Por último
están los pequeños núcleos, casi imperceptibles, que reivindican el cambio
social integral, conscientes de que ello debe conducir hacia el socialismo,
críticos del sistema y de los vicios que aquejan la izquierda dominicana e
internacional, empeñados en aprender con humildad del pasado para un accionar
político exitoso en el futuro, su desafío es crecer y ganarse la confianza de
los oprimidos.
Esta es una muy Buena reflexión. Si nos abocamos a su contenido de fondo estaremos poniéndo en moción una particular, un átomo de la gran fuerza científica del marxismo revolucionario. Es lo que nos hace falta, aunque seamos una ínfima minoría; de hecho, los Marxistas genuinos siempre se han hallado en la minoría, tal como lo reconociera Engels en cierto momento, sin embargo, como él: estamos orgullosos de ser parte de esta minoría.
ResponderEliminar