Por el camarada Gabriel Bonilla García
En primer plano, el socialismo no es una forma de gobierno, sino un sistema fundamentado principalmente en las relaciones económicas y de producción existentes que toma su lugar en el proceso de cambios al cabo de la toma del poder político por la clase trabajadora que de momento se constituye en el motor de una transformación profunda de la sociedad en todos los aspectos y rasgos que actualmente la componen. En segundo plano, el carácter internacional de socialismo sugiere como prioridad el estudio y el análisis de las condiciones concretas existentes a nivel nacional, así como en el contexto internacional. El estudio de estas condiciones, están sujetas a posiciones políticas íntimamente ligadas a una concepción ideológica de clase: Los Marxistas lo hacemos dentro del contexto de los intereses de nuestra clase social de los Trabajadores.
Una perspectiva sobre cuáles son las bases fundamentales para avanzar un proceso revolucionario de carácter socialista en un determinado país, es una cuestión que se halla fuera de lo incongruentemente elemental. Digo esto porque son las condiciones económicas, sociales, y culturales e inclusive las costumbres de los pueblos—las que determinan el curso del desarrollo humano y por tanto el desenlace de las políticas en las luchas por el poder económico. O sea, no es la actividad política pura y simple que determina el curso de los cambios en la sociedad, sino las relaciones socioeconómicas de producción, distribución y consumo a través de la ideología política.
Las perspectivas de la Revolución mundial socialista son unas de las bases teóricas principales que hallamos dentro de los fundamentos científicos del Marxismo revolucionario; sin embargo es impensable que un proceso de esta magnitud, pueda llevarse a efecto sin que en su curso no intervengan factores ligados a la Dialéctica, ya que éste fenómeno viviente no marcha en línea recta. Pese a esto y dadas las dificultades, obstáculos y vicisitudes a que se enfrenta el movimiento político de los trabajadores de toda la Tierra, es urgentemente necesario poner en perspectivas la toma del poder político por parte de nuestra Clase para avanzar medidas económicas socialistas encaminadas a liberar los grandes medios de producción de la mano del opresor capitalista.
¿Revolución socialista o de carácter socialista?
Si en la República Dominicana —país de capitalismo dependiente y por cuanto atrasado— surgiere al fin una situación revolucionaria y con ello las condiciones políticas que demandaran un proceso como el que en estas líneas ponemos en perspectiva, el liderazgo obrero revolucionario junto a todo el conglomerado de las masas proletarias se hallará compelido a cumplir inmediatamente con el objetivo primario de poner en marcha medidas sociales que respondan a las demandas inmediatas de los Trabajadores, lo cual se derivaría de la toma del poder político por parte de este liderazgo (la vanguardia proletaria) que procedería de una vez a completar ciertas medidas socioeconómicas ligadas al objetivo inmediato que será la organización y administración del trabajo para avanzar la transformación de la economía mediante la nacionalización de los grandes medios de producción, los grandes latifundios y la banca privada; y así poder planificar la nueva economía.
A diario se oyen voces desde distintas tribunas levantando consignas de “nacionalización y anti imperialismo”, en lo que por supuesto, coincidimos mucho ciertamente: empero, falta algo en dichas consignas y es la parte más importante; la que ha de responder a la cuestiones del control de esos medios de producción, que a nuestro entender, una vez nacionalizados, deben pasar inmediatamente a ser controlados por los obreros organizados democráticamente en Consejos de Trabajadores. Con esta disposición programática en mano, se pone de relieve y en primera instancia el verdadero carácter socialista de la Revolución.
Dado que la República Dominicana es un pequeño país que comparte la Isla Hispaniola con su hermana República de Haití, nuestra revolución tendrá que ser completada de manera ininterrumpida, teniendo en cuenta la de nuestro vecino de occidente. Un liderazgo dominicano genuinamente revolucionario no deja de soslayo la cuestión haitiana y viceversa, puesto que la lucha contra el imperialismo en la Isla está irremediablemente ligada a la nacionalización de las grandes propiedades capitalistas en ella existentes; tanto las de capital local como las del foráneo. Sin embargo, no podemos pretender, la construcción del socialismo en ninguno de los dos países, por lo que es necesario aclarar los aspectos fundamentales del carácter socialista de la revolución. Con esto claramente comprendido, lo que procede sobre el concepto de las nacionalizaciones es lograr con ello la expulsión de las transnacionales, tarea esta, que no podrá conseguirse si quienes administran el Estado es una burocracia colaboracionista de clase, reformista con el imperialismo. Si lo nacionalizado ha de estar controlado por los trabajadores, entonces la respuesta es que el Estado debe ser obrero y también el ejército; los servicios sociales deben estar dispuestos por manos obreras y en substancia, sin perder de vista nuestras debilidades estructurales.
Las nacionalizaciones que ponemos en perspectivas, tienen como objeto principal, liberar al obrero de la súper explotación capitalista: abrir las puertas de la historia a un proceso que aliviane la carga del Proletariado Nacional, reorganizando la división del trabajo con reducciones de horario sin rebaja de salarios y hacer esto con objeto de incluir en las bases labores de producción a los parados del viejo régimen y de sus desempleados y marginados. En una revolución de carácter socialista, avanzamos la medida de igualdad de salarios para todos; seguro de salud universal; educación por mandato, etcétera.
La lucha revolucionaria en países de capital dependiente requiere de un programa económico que no proponga la inmediata eliminación de la propiedad privada mientras no se organicen otras revoluciones regionales. La expropiación de restaurantes y pequeños negocios, por ejemplo, no deberán estar a la orden del día. No obstante, esto no implica una política reformista, sino una avanzada política en perspectiva de la clase que sugiere su dominio sobre las viejas formas de gobierno y administración para el sostenimiento de la nueva economía y su carácter social.
La integración regional es fundamental para la revolución socialista mundial; es la columna vertebral de los primeros triunfos revolucionarios en una determinada región planetaria. Dado que el socialismo es un sistema económico de carácter mundial no podemos prescindir de esta perspectiva; la revolución socialista mundial pende de ello, sin que por ello, se deje de lado la probabilidad del avance del socialismo en un determinado país. Así pues, que el carácter internacional de la Revolución dominicana debe tener sus primeras bases de avanzada política poniendo en plano a Haití, Puerto Rico y las pequeñas Antillas.
La liberación de la clase proletaria comienza con la cuestión de la liberación nacional de los grandes medios de producción locales y se halla inmediatamente ligada a un proceso sujeto al internacionalismo revolucionario y el carácter socialista de la revolución local y regional.
¡Proletarios de todos los países, uníos!
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