Sin pausa pero sin prisa, la labor de educar y organizar a las personas oprimidas y, especialmente, a las asalariadas, es la tarea principal y más urgente de quienes luchamos por una transformación estructural de nuestra sociedad.
Los esfuerzos y recursos deben concentrarse en poner a las personas oprimidas en condiciones de luchar efectivamente y con éxito contra las clases opresoras y sus aliadas.
Decía Albert Einstein: “No se puede obtener resultados distintos haciendo siempre lo mismo’’. Las estrategias y tácticas usadas por las organizaciones de la izquierda dominicana no han logrado el objetivo de derrotar a las clases opresoras y sus aliadas ni mucho menos fortalecer a las clases oprimidas para que desarrollen una efectiva y exitosa lucha de clases.
Este fracaso de las estrategias y tácticas de la izquierda dominicana se debe, nos parece, a que, precisamente, estos dos pilares de la labor revolucionaria: la educación y la organización, han estado ausentes en el accionar de dichas organizaciones, ya sea por desinterés o por haber sido sacrificadas en aras del inmediatismo y el coyunturalismo.
Una y otra vez, lo urgente termina por echar a un lado a lo importante, y así, vamos cambiando de temas como cambian los monos de lianas, según los vaya colocando en la opinión pública el país político, es decir, la parte de la sociedad que opina y participa activamente en el debate de los asuntos públicos, sin detenernos a reflexionar que
la inmensa mayoría de ella está al servicio de las clases opresoras y defienden sus intereses, agenda y puntos de vista.
Si queremos obtener resultados distintos a los fracasos obtenidos hasta ahora, tendremos entonces que hacer las cosas de forma diferente; reflexionar sobre las tareas más urgentes y prioritarias para fortalecer a los sectores oprimidos de cara a la lucha de clases, y enfocarnos en su materialización con paciencia y perseverancia, sin dejarnos distraer por la vocinglería habitual de ese país político al servicio de los opresores o atrapados por ellos.
Combatiente que se precie de serlo, no sale al combate abruptamente, sin estudiar al contrincante, dominado por la emoción, sin preparase integralmente de cara a ese combate para combatir exitosamente, menos aún deben hacerlo las clases oprimidas, so pena de ser derrotadas cada vez que salgan al terreno.
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