miércoles, 2 de abril de 2014

Editorial

La orfandad de la clase obrera: ¡Sólo el pueblo salva al pueblo!


A la vez que avanzan los trabajos de la comisión nombrada por el gobierno para hacer las recomendaciones de reforma al Código de Trabajo, van quedando evidenciadas las criminales intenciones de la burguesía dominicana agrupada en la Confederación Patronal Dominicana (COPARDOM) y el Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP). También  se va haciendo más evidente la alianza del gobierno con la patronal, pese a todas sus declaraciones públicas, pues sus presiones al sector sindical para que acepte abordar aspectos del código vigente que afectarían los derechos laborales, a penas si son disimuladas por los representantes del gobierno en la comisión.

Lamentablemente, la inmensa mayoría de organizaciones de la izquierda dominicana, no le ha dado la importancia requerida a este tema vital para la clase obrera dominicana: los esfuerzos y escasos recursos están concentrados en la prematura lucha electoral o en la lucha por la preservación del medio ambiente en Loma Miranda y áreas vecinas.

Pese a que casi todos los sectores del país político se han expresado en contra de la eliminación o disminución de los derechos laborales, el verdadero sujeto de esa lucha sigue estando ausente, disperso, desorganizado, débil, desinformado, desmovilizado…  quedando así a merced del gobierno y los patrones, sus dos verdugos de siempre.
Las escasas actividades en defensa de los derechos laborales, han sido organizadas por los obreros jubilados de la construcción; las centrales sindicales ladran al gobierno y la patronal, en una mímica grotesca, sin dientes; las organizaciones de la izquierda tradicional a penas si se han pronunciado con más énfasis y amplitud que las organizaciones de la derecha; en los espacios de discusión, el desmonte de los derechos laborales es deslizado a una posición secundaria, incluida entre otras de la larga lista de demandas.

Este panorama existente, esta absoluta orfandad de la clase obrera dominicana pone en evidencia dos cosas: la primera, el abierto desinterés de las organizaciones de la izquierda tradicional por el sujeto protagónico del sistema social, político y económico por el que dicen luchar, lo cual pone en duda la sinceridad de esa lucha; segundo, que el trabajo por la organización y educación de la clase obrera dominicana, está ahí, sobre la mesa, esperando por quienes se decidan a asumirlo con la seriedad, paciencia y dedicación que esta noble tarea por la redención del proletariado se merece.

Es hora de asumir esa tarea de organización y educación de la clase obrera, sin dejarnos seducir por los cantos de sirena o los molinos de viento confundidos con gigantes



chisparrevolucionaria@gmail.com

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