El 18 de marzo empezó la guerra civil en Francia entre
los comuneros de París y el gobierno de Versalles. A pesar de la inconsciencia
proudhonista y blanquista, la clase obrera desarrolló el instinto de clase. El
balance inicial deja al descubierto la falta de organización y la ausencia de un
partido. Entre las enseñanzas de la Comuna de París, está la organización
independiente del proletariado.
Carlos Marx advirtió a los obreros franceses en 1870,
que la insurrección armada sería una locura, sin embargo, en abril de 1871,
reconoce el carácter popular y de masas del movimiento, y dice que este
acontecimiento marca un paso adelante en el movimiento revolucionario mundial.
Señaló dos errores del movimiento: que no emprendió “inmediatamente la ofensiva
contra Vesalles’’ y que la dirección “renunció demasiado pronto a sus poderes”,
desmovilizando a las masas. Lenín señala que “Marx sabía apreciar también el
hecho de que hay momentos en la historia en que la lucha desesperada de las
masas, incluso por una causa sin
perspectiva, es indispensable para los fines de la educación ulterior de estas
masas y de su preparación para la lucha siguiente. ’’
Para Lenín, el haberse juntado tareas como “el
patriotismo y el socialismo, constituyó el error fatal de los socialistas
franceses’’. Señala dos errores que echaron a perder los frutos de la brillante
victoria, primero: “el proletariado se detuvo
a mitad del camino… se puso a soñar con la entronización de la justicia
suprema, no se apoderó de instituciones como por ejemplo el banco; el segundo
error: consistió en la excesiva magnanimidad del proletariado: en lugar de
exterminar a sus enemigos, que era lo que debía haber hecho, trató de influir
moralmente sobre ellos, permitiendo que el gobierno de Versalles reuniese las
fuerzas tenebrosas y se preparara para la semana sangrienta de mayo.”
El reflejo de la Comuna de París de 1871 está en que
la revolución chilena puso de manifiesto los
puntos débiles, las contradicciones del desarrollo
pacífico. Tres años de desarrollo del proceso revolucionario en Chile,
demostraron que en determinadas etapas, en determinadas situaciones, la genuina
movilización de las masas entra inevitablemente en contradicción con la
observancia de la letra y el espíritu de las leyes burguesas. Sin la labor
creativa revolucionaria de las masas es inconcebible una auténtica revolución
del proletariado. La situación corriente en Chile entre 1972-1973, resultó muy
nociva para la revolución: los derechistas, los fascistas, violando todas las
normas de legalidad, cometían arbitrariedades en las calles. Si toda la tarea
de la lucha real contra la reacción se encomienda a los órganos primitivos del
Estado, con ello se debilitan los músculos del movimiento de masas, el sentido
de responsabilidad y de vigilancia, se acrecienta la pasividad política. Toda
verdadera revolución presupone la creación de organismos de movilización de
masas.
El problema de la vía pacífica reside en la
correlación de fuerzas. La vía pacífica, desde el principio hasta el final, es
posible (aunque no está garantizado) solamente cuando es aplastante la primacía
de las fuerzas revolucionarias.
Hacemos este análisis a propósito de la crisis en
Venezuela y la conmemoración del 143 aniversario de la insurrección obrera de
la comuna de parís en 1871.
chisparrevolucionaria@gmail.com
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