Treinta años después, la izquierda dominicana sigue profundizando
el reflujo político por no poder diseñar correctamente ni la estrategia ni la
táctica ni las consignas políticas en las coyunturas, por no tener una práctica
política revolucionaria al momento de enfrentar al enemigo; los métodos
unilaterales han seguido un procedimiento que no contribuyen a organizar la
lucha política de masas; la irracional dispersión orgánica no permite ser un
referente político; no ha habido autocrítica. Ha predominado una dirección
política con la ideología de la clase media y la pequeña burguesía, sectores que no tienen claridad política de
clase, para diferenciar las posiciones ideológicas sostenidas por sectores de
las izquierdas.
Quienes sostienen posiciones de derecha y los
ultraizquierdistas de palabra, han trabajado especialmente (1) lo electoral; (2) otros, huelgas que
aíslan e impiden a las masas aplicar las
acciones creativas-revolucionarias. En la actualidad,
a las izquierdas les abruma y les desorientan los viejos métodos que han
aplicado, propio del carácter de clase de la clase media y de la pequeña
burguesía, infantilmente, hay quienes están condicionados, dándose la tarea de
ganar las próximas votaciones electorales del 2016, por tal razón, están
entrampados con una línea política que tiene como eje central, un accionar
político unilateral, el venidero proceso electoral.
El centrismo político y el ultra izquierdismo se
coquetean con el oportunismo, “…que las izquierdas asistamos unitariamente a
las elecciones venideras”, otros dicen, “…quisiera yo…ver la izquierda
dominicana manejarse con tanta madurez como ha sabido hacerlo la izquierda
salvadoreña”, se quiere hacer ver, que
hemos tenido procesos políticos idénticos, otro
sector, reconoce la “notoria debilidad y baja incidencia”, a pesar de esto,
tienen “la tarea de ganar las elecciones” del 2016, diga alguien, si esta
cháchara no es puro idealismo filosófico.
En los últimos cuarenta y ocho años, el proceso
político nos indica, que las izquierdas han priorizado la lucha política, teniendo
como blanco principal al presidente de turno; realizando análisis
anticientíficos, como el antibalaguerismo; antiguzmancismo; antijorgeblanquismo;
antihipolitismo; antileonelismo y antidanilismo, degenerando, la concepción
dialéctica de las contradicciones de clases producida entre el bloque
explotador y el bloque explotado, y no, entre pueblo-gobierno como sustentan
grupos desarmados de la ideología socialista.
De tal
suerte, que hay sectores de las izquierdas, renegando la lucha de clases al
separar el pensamiento marxista revolucionario y la meta socialista del sector
más avanzado de la clase trabajadora, lo que lleva a cierto orientador
internacional, decir, que el pueblo “ni sabe lo que es el socialismo”,
señalando que esto debe ser tarea “en el marco de una sociedad futura,
socialista”. Si la clase obrera no asume la tarea revolucionaria de construir
su partido ni se organiza como clase, les será casi imposible, elevar su nivel
político ideológico, para desarrollar una lucha consciente de clases. Lenin
termina diciendo que, “ninguna clase ha logrado en la historia instaurar su
dominio si no ha promovido a sus propios jefes políticos, a sus representantes
de vanguardia, capaces de organizar el movimiento y dirigirlo”. Por esto, no
basta proclamar la unión del socialismo y la clase obrera de manera teórica, se
precisa producir la unión de la clase obrera con el socialismo en el día día.
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