sábado, 30 de agosto de 2014

Editorial: Falta el protagonista

En República Dominicana ha surgido una contradicción poco común en un Estado burgués: la burguesía enfrentada al gobierno. Dicha contradicción se da en el marco del debate sobre la Reforma al Código de Trabajo, específicamente en el tema de los salarios.

La burguesía nacional, que pretende lograr una nefasta reforma al de por sí mal logrado Código de Trabajo dominicano, plantea que la economía dominicana presenta una fuerte incapacidad para crear empleos formales, estables y productivos,  por lo cual los trabajadores optan por el trabajo informal; el gobierno de Danilo Medina, que desde sus inicios se ha encargado de estimular el crecimiento de la mediana y pequeña burguesía, plantea a través de un estudio realizado por el Banco Central que la gran tasa de informalidad que presenta la economía nacional se  debe al poco atractivo de los salarios que ofrece el empresariado, de ahí que los trabajadores prefieran trabajar por cuenta propia.

Al ser un tema de gran interés nacional y conocerse la deplorable condición del proletariado, diversos sectores de la sociedad han mostrado su preocupación por el tema, pero el gran protagonista, el proletariado, aún no hace acto de presencia, pues si bien es cierto que los sindicatos se han expresado en cuanto al tema de la reforma laboral, es sabido que éstos son solo nominales: siglas que se sientan en la mesa a negociar con la burguesía  y no velan por los intereses del proletariado, de ahí que los intereses de la clase obrera descansan en los hombros del gobierno y la burguesía, actores que por su naturaleza son depredadores natos del mismo.

He aquí el tema en cuestión: la burguesía ha traído sin querer el tema a la mesa del debate, pero no hay manera de que dicha discusión y negociaciones entre los actores mencionados, traigan resoluciones que favorezcan la vida de la clase trabajadora de nuestro país, pues la burguesía plantea que un aumento salarial restaría competitividad a nuestra economía y el gobierno  no busca defender los intereses de la clase trabajadora, sino a las peñas y medianas empresas. El proletariado debe empoderarse y tomar el rol protagónico en el tema, pero no apoyándose en los viejos organismos sindicales, sino creando  nuevas organizaciones que estén formadas por verdaderos trabajadores, que defiendan a capa y espada sus intereses y los representen en el debate.


Pero dichas organizaciones no deben limitarse a  seguir la agenda económica de la burguesía, sino que deben proponer y llevar el debate más allá: plantear su  propia propuesta de reforma al Código de Trabajo, porque en el modelo económico capitalista, si el proletariado pretende lograr verdaderas y permanentes mejorías, no puede sentarse a pedir derechos: debe de conquistarlos y de paso llevar dicha lucha al terreno político para así poder cambiar su situación.

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