El incremento de la crisis en la base
tradicional de la estructura socioeconómica y política del sistema capitalista,
se produce por las contradicciones internas de las luchas inter-burguesas y por
la resistencia de las clases explotadas y oprimidas; la crisis incrementa el
derrumbe del capitalismo imperial, pero la crisis por sí sola, no provocará el
derrumbe final del capitalismo, a este hay que darle para derribarlo, y hoy,
los trabajadores no tienen en su seno a sus naturales dirigentes para desplazar
al sistema burgués.
La crisis estructural
que sacude al sistema y al bloque dominante nacional, expresa el agotamiento
del capitalismo dependiente y subdesarrollado. El capitalismo no tiene
respuestas a los problemas sociales, estos se multiplican, su crisis se
incrustó en la estructura socioeconómica y política, pero para poder derrumbar
el sistema capitalista, la clase obrera tiene que organizar la alternativa
junto a los explotados.
La dispersión, la desmovilización de la izquierda, evadir
hacerse la auto-critica revolucionaria, han incapacitado al movimiento de ser
la alternativa del bloque explotado. Vicios como el subjetivismo y el
oportunismo son trabas para dirigir consecuentemente el proceso. Otros con la
enfermedad infecciosa ultra-izquierdista llegan al delirio desarrollando la
tradicional visión catastrófica, inmaduros en el pensar creen que la revolución
esta al doblar de la esquina, delirando por su infección, entienden que con
cualquier escaramuza huelgaria, harán la guerra social; hay otros en las gradas,
desarrollando la concialición de clases para ver pasar el funeral enemigo, pero
lo que no comprenden es que la crisis capitalista, en particular, la crisis
dominicana, debe ser confrontada con la dialéctica de la lucha de clases, junto
a la disposición de lucha de las masas, y no con el método foquista aventurero-militarista-urbano.
El tradicional inmediatismo y la visión
catastrofista en sectores de izquierda, por ser subjetivos y no orientar con objetividad la lucha de clases, facilitan condiciones al
enemigo; su visión política se basa en el desorientador y desesperado ultra
izquierdismo, común en la psicología pequeña burguesa, sin poder distinguir
cuando hay condición pre-revolucionaria o haya base para la transformación
social. La crisis que bate el derrumbe capitalista, no puede estar dentro de un
esquema de catástrofe; pero el pensar cándido voluntarista, los lleva a creer
que un reducido grupo, con el método foquista social urbano, abriría pasos al
proceso revolucionario, siendo un error pueril y una falsa visión
seudo-revolucionaria, aíslan el arrojo verdaderamente revolucionario del
proletariado y la disposición de lucha de las masas.
Se nos
ha querido hacer creer que con la imposición del neo-liberalismo y la
globalización se disolvió el estado-nación, las clases sociales, los conceptos
marxistas, y que hoy, en la lucha política, predominan nuevos sujetos sociales, esto es manipulación
ideológica de derecha y de la izquierda infantil. La realidad es que con el
neo-liberalismo y la globalización, sigue existiendo el capitalismo y por
consecuencia la lucha de clases, y que, la contradicción fundamental en la
sociedad capitalista se produce entre burguesía y proletariado. El proletariado
sigue como la expresión social de clase más revolucionaria en este sistema.
Juan Isidro Jiménez Grullon planteó que “la tarea del movimiento no podía ser otra
sino la fundación de un partido marxista-leninista de los trabajadores, y que
la vía o el paso previo para alcanzarla era el desarrollo de una conciencia
anti-capitalista en las masas oprimidas y explotadas”, en Nuestra Falsa
Izquierda. 1980, página 8. Las direcciones, por sectarias, hicieron oídos
sordos, 34 años después, sigue la dispersión orgánica que impide a la clase
obrera y a sus aliados tener su proyecto alternativo de clase.
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