La diversidad es una realidad innegable en la
naturaleza y la sociedad humana, somos tantas y de tantas formas quienes la
componemos que deben ser reconocidos los derechos de todas las personas, garantizándoles
igualdad de oportunidades sin importar su género, orientación sexual, creencias, origen ni color de piel.
No puede haber armonía social ni avance integral allí donde una parte de
las personas que componen esa sociedad son tratadas como parias, como leprosas
morales a las que se les puede limitar sus derechos y hacerlas objeto de burlas
e insultos basados en prejuicios.
De alguna forma, en algún aspecto de nuestro ser
natural o social formamos parte de alguna minoría, de un segmento especial
dentro del conglomerado humano y/o social, por lo tanto, discriminar es
contrario a nuestros propios intereses como personas, como individuos.
No es un secreto que en nuestra sociedad las
personas con preferencias sexuales diferentes son marginadas, discriminadas, explotadas,
oprimidas y muchas veces, asesinadas. El Estado las discrimina como tal: no les
reconoce sus derechos como individuos; son discriminadas también en lo político
y en lo laboral.
Pese a que hay muchas personas homosexuales en el empresariado y la política,
estos en vez de propiciar un respeto a la diversidad prefieren ocultar sus
preferencias jugando a la familia tradicional, aunque con ello no dejan de ser
y sentir diferente. Como tabla de salvación se pliegan a una sociedad
conservadora, incapaz de dar pasos de avance en este sentido.
Debemos luchar para que a las personas con
preferencia sexual por su mismo sexo se les reconozca el derecho que tienen de
formar una familia, adoptar, incluir a sus parejas en su seguro médico, derecho
a trabajar y participar en política en igualdad de condiciones sin ser
discriminadas ni ser objeto de burlas e insultos.
Pagamos impuestos sin importar nuestra preferencia
sexual, para el seguro médico se cotiza
sin importar preferencias sexuales, a la hora de votar no se pregunta con quien
prefieres acostarte, pero cuando los beneficiarios son homosexuales y quieren
incluir a su pareja, se les niega su derecho a incluirlas, no pueden
heredarlas, y aunque no formalmente, a la hora de optar por un puesto electivo
son objeto de insultos y burlas.
Respeto para una sociedad adulta con preferencias
sexuales diferentes que están en la capacidad de decidir con quien quiere estar
y compartir su vida; respeto y orientación adecuada para una juventud con
preferencias sexuales diferentes.
Un paso a la vez: somos parte integrante de esta
sociedad. La revolución comienza desde adentro hacia afuera.
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