Trago, poema de Manuel del
Cabral
Me
cabe el cañaveral
en
cuatro dedos de ron.
Poco
paga el gringo ya
por
este millón de cañas
que
el negro sembró y cortó.
Mas
no me trago este trago
porque
es trago de sudor.
Aquí
el borracho es marino,
pero
si se pone a andar
se
ve que es de tierra el mar.
La
ola suelta de un trago
aquí
siempre es de huracán...
Mas
si aquello va al hocico
con
el instinto del cacho,
es
que el ron siempre al borracho
le
quema primero el pico.
Y
por el pico esta vez
no
es mi tufo el que echaré:
le
voy a tirar al rico
desde
aquí toda mi sed.
Cantando
tal vez no pueda
meter
algodón por seda...
Mas
como quiero cantar
bien
claro, me voy a echar
todo
el Caribe en un trago.
Y
este viaje yo no pago
si
ya el viajero es el mar.
Y
mataré con mi boca
lo
que con balas no mato.
Si
un hombre cuerdo es barato
que
se me baje a los pies
el
trago que no me achata,
que
calientes de bachata
con
mis pies quiero esta vez
un
idioma hablar que diga
que
el ron no está en mi barriga,
que
bajo este sol mulato
el
ron está en mis zapatos,
pero
que también sin fiesta,
si
está el gringo, se me junta
el
ron en aquella punta
con
la que mi potro vuela,
porque ante el gringo
borracho
se me emborracha la
espuela...
Es que poco o mucho ya
me saco lo mío hoy;
me lo saco, porque el mar,
aunque se pone a golpear
puertos que de aquí no son,
siempre con mañas de ron
¡qué criollo camina el mar!
Me saco este grito hoy,
me saco este hueso ya:
que como en olas van rumbas
nunca será gringo el mar.
Pero como el negro suelta
agua-triste como yo.
Mientras el gringo en el
bar
duerme su siesta de ron.
Este trago no me trago
porque es trago de
sudor.
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