Colaboración de Gabriel Emilio
Bonilla-García
La construcción del
Partido revolucionario de los trabajadores es una tarea inmensa. Pero hay que
darle forma aún dentro de lo limitado de los números de quienes nos agrupamos
alrededor de las ideas Marxistas revolucionarias: lo cual hacemos, por la construcción
del socialismo en la Tierra.
Una Organización
socialista defiende su trabajo político mediante la adopción de un programa
Socialista. No obstante, y en instancia, un Programa no es un simple pliego de
propuestas concebidas para la toma de medidas económicas, y mucho menos es un
listado de conjunto de promesas de solución a los males que afectan “al pueblo”
y que supuestamente serían llevadas a cabo cuando ‘hayamos’ alcanzado el poder
del Estado.
El Programa es en
esencia, la exposición del carácter de la política y del objetivo principal del
Partido; por cuanto el Programa refleja su disciplina, su compromiso y
orientación de clase, su perspectiva universal en un todo. El Programa emana
del estudio de las condiciones históricas, económicas, sociales, y políticas de
cada país o del país en donde se aplicarían las concepciones concebidas y
esbozadas en dicho programa. El análisis teórico de esas condiciones conduce a
ver en perspectiva los cambios que constantemente sufren esas condiciones, su
evolución, sus zigzags, etcétera.
La teoría es la
ciencia de las perspectivas y el Programa es un derivado de las perspectivas
teóricas del análisis de las condiciones existentes en un determinado período y
viceversa. (Ante la perspectiva revolucionaria existente, independientemente de
las condiciones subjetivas, debemos expresar abiertamente nuestras ideas sobre
la organización socialista de la economía, la política económica y las raíces
de las condiciones en que viven los trabajadores dentro del desorden mundial
del capitalismo, como impulso a la creación del factor objetivo).
La cuestión
organizacional: Partido con independencia de clase
Ante la perspectiva
de convertir al Partido, herramienta de lucha de clases, en el instrumento de
lucha de las masas proletarias, todos nuestros núcleos deberán cohesionarse
alrededor de una política interna que funcione sobre las bases del carácter
centralista democrático organizativo, método tradicional en el movimiento
comunista. Es decir: adoptar un programa político para la administración
centralizada de la política del Partido.
Un Programa
organizativo sugiere que el Partido elabore su Plan general de manera
democrática y centralizada. Un Programa de organización centralista, no
fomenta, sin embargo, la mera existencia de una secta, sino que exige además la
apertura de todo el Partido hacia las masas de trabajadores con el fin de
reclutar a los mejores obreros, especialmente a los jóvenes y estudiantes:
educarlos sobre las ideas del marxismo, sobre lo que son las luchas de clases,
los diferentes intereses de cada clase social y sus estratos sociales;
educarlos sobre la existencia del Estado y la necesidad de la clase dominante
de gobernar a través de su Estado.
Usando estos
elementos en la cotidianeidad de la organización podríamos ir construyéndola
mediante la formación de los cuadros militantes en su seno y ayudar a impulsar
a la construcción del factor objetivo mediante la intervención política en
todos los destacamentos de lucha de clases que surgen espontáneamente independientemente
de las condiciones subjetivas de cada momento.
Los núcleos
revolucionarios hoy existentes, tendrán muchas dificultades al momento de
administrar la política y cumplir sustancialmente con sus tareas inmediatas,
prioritarias, sin la ayuda del elemento de cohesión organizativa. ¡La cuestión
organizacional juega un papel de enorme importancia y de relevante resultados!
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