Semanas
atrás fueron ingresados a un centro de salud del distrito municipal de Sabana
Iglesia, 27 obreros que trabajaban en la limpieza de dos túneles de la presa hidroeléctrica Taveras-Bao debido a una
intoxicación que les produjo la enfermedad llamada histoplasmosis, la cual es
causada por unos hongos que producen los murciélagos y que estaban adheridos a
las paredes de los túneles.
De
los 27 obreros afectados, ya han muerto 3, y según informes, otros dos se
encuentran en estado de coma y se espera lo peor. Tan lamentable situación nos
lleva a preguntarnos: ¿Por qué no se tomaron las medidas de precaución
necesarias? ¿Quién responde por la muerte de estas personas? ¿Cuánto vale la
vida de un obrero en la sociedad capitalista?
No
es un secreto para nadie que bajo el modelo económico imperante, los obreros se
ven obligados a vender su fuerza de trabajo a un precio muy por debajo de su
valor real y a trabajar en condiciones deplorables, como sucedió con estos
obreros que ponen en riesgo sus vidas. Esta situación no es
propia de este país o contexto actual, es una dinámica propia del capitalismo que con su evolución y
desarrollo va mermando la calidad de vida de los obreros.
Como
era de esperarse, ninguna de las organizaciones y sindicatos de nuestro país se
ha expresado en relación a la muerte de estos obreros. La clase trabajadora se
encuentra en estado de orfandad, sin organización ni fuerza para defenderse
frente a las embestidas de la burguesía en colaboración con el Estado y exigir
el cumplimiento de sus reivindicaciones, y es que, como ya hemos señalado
en artículos anteriores, no existen organizaciones realmente clasistas que
aglutinen a los trabajadores en torno a la lucha de clases y que velen por sus
intereses colectivos.
Por
tanto, volvemos a señalar la necesidad
de crear organizaciones de trabajadores que tengan por agenda, no solo
preservar las conquistas que con sangre y sudor a través de los años se han
conseguido, sino también luchar por un mejor salario, por la reducción de la
jornada laboral, por las pensiones, así como la estimulación de la tan necesitada
solidaridad obrera, para que situaciones
como estas no pasen desapercibidas, y que la muerte de un obrero en su trabajo
no sea un simple titular de periódicos.
La
muerte de estos hermanos de clase no puede pasar por alto, deben ser recordados
dentro del movimiento obrero y ser un
motorizador para la organización y lucha contra la burguesía y el Estado: verdugos
de la clase trabajadora que tienen siglos asesinando obreros sin rubor alguno y
que continuarán haciéndolo hasta tanto la clase obrera no tome conciencia de su
fuerza y su papel histórico como liberadora de sí misma y de la humanidad en
general.
Estas
muertes deben ser despertar la conciencia de clase del proletariado en nuestro
país, en ellas deben los trabajares reflejarse y darse cuenta que bajo el yugo
del sistema imperante sus condiciones de vida están condenadas a un
empeoramiento progresivo. Debemos siempre tener en mente que en el capitalismo
no tenemos el valor de un ser humano sino de una mercancía como cualquier otra.
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