“El desarrollo de una sociedad se mide por la participación de la mujer en ella.” Karl Marx
El papel de la mujer
en el desarrollo social de cualquier sociedad humana es determinante porque constituye parte del conglomerado de seres vivos con sus necesidades materiales
e inmateriales, porque son seres humanos con pleno derecho a materializar
sus aspiraciones, y, por tanto, ningún
organismo puede desarrollarse plenamente con una de sus partes atrofiadas.
La economía humana no habría alcanzado sus actuales niveles de
desarrollo sin el concurso activo y pasivo de las mujeres; actividades del
sector primario de la economía como la agricultura y la ganadería,
determinantes en el paso de la sociedad humana de nómada a sedentaria, han sido
originadas por las mujeres, forzadas por razones biológicas como el embarazo a
abstenerse de salir a cazar con el resto de la comunidad durante el período de
gestación.
Igual origen tienen
el cuidado infantil, de envejecientes y
convalecientes, siendo el embrión de lo que evolucionaría al paso de los siglos
en el sistema de salud, educativo y atención a la parte más vulnerable de la
comunidad humana.
Las trabas actuales
al desarrollo pleno e integral de la mujer no provienen ni de la naturaleza ni
de la economía aunque la división sexual del trabajo haya tenido un origen
biológico. El principal impedimento al pleno e integral desarrollo de la mujer
en nuestros días es ideológico, fundamentado en prejuicios que son vestigios de
organizaciones sociales humanas ya superadas por el desarrollo del conocimiento
y de las fuerzas productivas. El pensamiento humano, su componente ideológico,
no se desarrolla a la misma velocidad que la vida material, esto produce un
desencuentro entre la realidad y la percepción que se tiene de ella, lo cual
genera contradicciones como las que atestiguamos hoy, como por ejemplo, el no
pago de igual remuneración por igual labor realizada a mujeres y hombres en
detrimento de las primeras.
Otra manifestación
de ese desencuentro entre el pensamiento humano y la realidad material, se
refleja en el alto número de feminicidios en países económicamente menos
desarrollados, pues el componente masculino no se ha adaptado a la nueva
realidad de independencia económica que el sistema capitalista permite a la
mujer al incorporarla masivamente al sistema productivo, lo cual se traduce en
mayor independencia política e ideológica de la mujer con respecto a los
hombres y a la ideología patriarcal subsistente.
No puede haber
transformación radical e integral de una sociedad humana históricamente
determinada sin incorporar a todos los elementos que la integran, máxime si ese
elemento es tan mayoritario e importante como la mujer.
Sin participación de la
mujer no hay revolución.
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