martes, 1 de marzo de 2016

La mujer y el cambio social

“El desarrollo de una sociedad se mide por la participación de la mujer en ella.” Karl Marx

El papel de la mujer en el desarrollo social de cualquier sociedad humana es determinante porque constituye parte del conglomerado de seres vivos con sus necesidades materiales e inmateriales, porque son seres humanos con pleno derecho a materializar sus  aspiraciones, y, por tanto, ningún organismo puede desarrollarse plenamente con una de sus partes atrofiadas.

La economía humana no habría alcanzado sus actuales niveles de desarrollo sin el concurso activo y pasivo de las mujeres; actividades del sector primario de la economía como la agricultura y la ganadería, determinantes en el paso de la sociedad humana de nómada a sedentaria, han sido originadas por las mujeres, forzadas por razones biológicas como el embarazo a abstenerse de salir a cazar con el resto de la comunidad durante el período de gestación.

Igual origen tienen el cuidado infantil,  de envejecientes y convalecientes, siendo el embrión de lo que evolucionaría al paso de los siglos en el sistema de salud, educativo y atención a la parte más vulnerable de la comunidad humana.

Las trabas actuales al desarrollo pleno e integral de la mujer no provienen ni de la naturaleza ni de la economía aunque la división sexual del trabajo haya tenido un origen biológico. El principal impedimento al pleno e integral desarrollo de la mujer en nuestros días es ideológico, fundamentado en prejuicios que son vestigios de organizaciones sociales humanas ya superadas por el desarrollo del conocimiento y de las fuerzas productivas. El pensamiento humano, su componente ideológico, no se desarrolla a la misma velocidad que la vida material, esto produce un desencuentro entre la realidad y la percepción que se tiene de ella, lo cual genera contradicciones como las que atestiguamos hoy, como por ejemplo, el no pago de igual remuneración por igual labor realizada a mujeres y hombres en detrimento de las primeras.

Otra manifestación de ese desencuentro entre el pensamiento humano y la realidad material, se refleja en el alto número de feminicidios en países económicamente menos desarrollados, pues el componente masculino no se ha adaptado a la nueva realidad de independencia económica que el sistema capitalista permite a la mujer al incorporarla masivamente al sistema productivo, lo cual se traduce en mayor independencia política e ideológica de la mujer con respecto a los hombres y a la ideología patriarcal subsistente.
 
No puede haber transformación radical e integral de una sociedad humana históricamente determinada sin incorporar a todos los elementos que la integran, máxime si ese elemento es tan mayoritario e importante como la mujer.

Sin participación de la mujer no hay revolución.


         

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