Después de las elecciones

A estas alturas del proceso electoral, el panorama ya está más que definido: es claro que la oposición política no sólo será derrotada por el oficialismo, sino que dicha derrota podría ser catastrófica. La oposición política dominicana está expuesta  no sólo a perder vergonzosamente las próximas elecciones: podría ver disminuida su cuota de poder a nivel municipal y legislativo.

El PRM que surgió dando traspiés de borracho, no pudo articular un discurso y propuesta capaz de aglutinar a su alrededor a quienes están hastiados de la corrupción y la falta de respuestas reales a los más graves problemas que padece nuestra sociedad.

Guillermo Moreno y su proyecto político unipersonal fue incapaz de aprovechar el vacío de liderazgo en la oposición fruto de la división del PRD, errando sus proyectiles al dispararlos contra la corrupción del partido gobernante en vez de disputar la oposición no militante a los disidentes del PRD.

Desde la izquierda revolucionaria fue imposible articular una propuesta alternativa en el fondo y la forma. El sector convergente en Izquierda Revolucionaria levantó una propuesta-consigna de Constituyente desde afuera del poder, divorciada de la realidad material de los sujetos del cambio, razón por la cual, no caló en los sectores explotados y oprimidos y la coyuntura le pasó por encima sin penas ni glorias. El resto de pequeños núcleos de izquierda liberal, ortodoxos y comunistas, nos diluimos en un abigarrado ramillete de posiciones que van desde el abstencionismo, apoyo selectivo a candidaturas de avanzada, hasta cierta connivencia con los partidos tradicionales a cambio de pírricas “cuotas de poder’’.

Después de las elecciones nuestros problemas estructurales seguirán ahí y será una nueva oportunidad para comenzar a trabajar seriamente en la organización y articulación de las clases explotadas y los sectores oprimidos para generar cambios reales que allanen el camino a una sociedad buena para la colectividad.