Las elecciones son una forma de participación y toma de decisiones
colectivas que ha venido desarrollando y perfeccionando la sociedad humana
desde tiempos tan remotos como la etapa tribal. Desde muy temprano las
comunidades se reúnen y discuten acciones y procedimientos en beneficio de la
colectividad.
El actual modelo de elecciones generales (limitado en principio a personas
adultas de sexo masculino y con determinada cantidad de propiedades)
desarrollado por la burguesía como medio de neutralizar y derrotar por razones
de cantidad a nobleza feudal, ha sido ampliado y profundizado por las
sociedades humanas en sus luchas por conquistar derechos para la mayoría.
En muchas de nuestras sociedades ese derecho a la participación igualitaria
en la elección de los gobernantes ha sido conquistado a un alto costo de sangre
y lágrimas.
La actual forma de gobierno de
democracia representativa, sustentada en el modelo de elecciones generales para
escoger a los gobernantes, fue pensada y desarrollada para permitir el dominio
de clase de la burguesía sobre las demás clases cuyos intereses le son
contrarios, y es por ello ideal para el mantenimiento del sistema social,
político y económico imperante.
Sin embargo, que el actual modelo de elecciones generales haya sido
concebido ex professo para facilitar y sostener el dominio de la burguesía
sobre sus clases antagónicas, no implica que éste no pueda ser utilizado con provecho por las clases que combaten la organización
social vigente, y valiéndose de él, puedan avanzar sus agendas.
Lo realmente relevante es determinar objetivamente los límites y
posibilidades del modelo de elecciones generales en la lucha de clases contra
la burguesía.
La historia humana nos enseña que no ha habido transformación social
estructural que no haya sido el fruto de una encarnizada lucha de clases que
desemboca en guerra civil entra las clases antagónicas y sus aliados, por lo
tanto, esto nos indica que si lo que
perseguimos son cambios estructurales en la organización social, no será por
medio de las elecciones generales como llegaremos hasta ellos, aunque éstas
puedan allanar el camino por medio de cambios y ajustes en la correlación de
fuerzas entre las clases en pugna.
Teniendo claro los límites de las elecciones generales como herramienta en
la lucha de clases, podemos pasar a reflexionar sobre cuáles beneficios podemos
obtener del uso de este modelo en la lucha política.
El primer beneficio que puede obtenerse en la lucha de clases del modelo de
elecciones generales, es poder llegar con nuestro programa revolucionario a un
auditorio amplísimo que potencia el impacto de nuestra propaganda y podría
facilitar la organización masiva de las personas explotadas y/u oprimidas.
Otro beneficio que se puede obtener de
las elecciones generales es la posibilidad de medir nuestras fuerzas y el
impacto de nuestra labor educativa y de propaganda, al poder cuantificarla por
la cantidad de votos obtenidos en unas elecciones determinadas.
El obtener puestos en el congreso y
las salas capitulares nos permitiría, primero, tener un escenario que permita
llevar nuestro mensaje de denuncia y cuestionamiento al sistema vigente más
personas de las masas explotadas y/u oprimidas; segundo, impulsar desde esos
espacios de toma de decisiones reformas que allanen y faciliten nuestra
actividad política de lucha de clases y que ayuden a cambiar la correlación de
fuerzas con respecto a nuestros enemigos de clase.
En la actual
coyuntura los comunistas, por ejemplo, no tenemos posibilidad de participar
provechosamente ni envolviéndonos en el actual proceso electoral ni
objetándolo, esto así porque no hemos desarrollado una labor de organización
que nos permita incidir si quiera mínimamente
en las masas explotadas y oprimidas, lo cual hace que cualquier postura que
asumamos, sea insignificante e indiferente a esas masas.
Nuestra postura
correcta en este momento, es pues, seguir impulsando aquellas pequeñas cosas
que nos permitan ir incidiendo en esas masas aun sea microscópicamente, para ir
mejorando nuestra posición en la correlación de fuerzas.
Desde el Partido Comunista creemos, sin embargo, que no es
honesto ni objetivo ni racional, objetar TODO el proceso electoral y sus
actores y actrices, pues hay honrosas excepciones entre
las candidaturas que se presentan en el próximo torneo electoral en nuestro país,
las cuales, siendo objetivos, no podemos menos que reconocer que serían una
ganancia para las fuerzas del cambio si lograran ganar esas posiciones
electivas, puesto serían sin dudas aliadas en nuestras luchas por cambiar la
correlación de fuerzas y voces con mayor audiencia para propagar nuestros
cuestionamientos al actual sistema y nuestras propuestas de cambio.
Entre quienes se
postulan a las distintas posiciones el 15 de mayo, hay mujeres y hombres de
reconocida trayectoria en defensa de las personas explotadas y/u oprimidas, que
nos han acompañado y nos acompañan en casi todas nuestras luchas.
Estas personas no son
candidatas del Partido Comunista ni participan en el proceso electoral con un
programa revolucionario, pero tanto por su historial de lucha y sus propuestas
sintonizan con algunas de las tareas que tenemos en nuestro batallar por la
revolución social, ejercen esas personas la función de denuncia y cuestionamiento
al sistema vigente y las propuestas de reforma que plantean van en consonancia
con nuestros intereses estratégicos de clase.
A esas personas
apoyamos abiertamente como comunistas y estimulamos a las pocas personas sobre
las que podamos incidir a que le den su apoyo activo y militante con su voto en
aquellos lugares donde se postulan, todo ello sin dejarnos embriagar por las
ilusiones electoreras que se tragan a buena parte de la izquierda local.
En esta coyuntura,
apoyamos lealmente a las personas aliadas que se postulan sin distraernos del
trabajo estratégico por la revolución socialista.
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