El oportunismo es un vicio que está presente casi siempre en la
actividad política y consiste en que ciertas personas utilizan las luchas
políticas, no para alcanzar el objetivo colectivo que simulan
trabajar, sino objetivos individuales para su persona.
La persona que es oportunista político suelen ser muy trabajadoras, no
por el entusiasmo que les inspira la causa por la que dicen trabajar, sino
porque ven en cada esfuerzo una inversión de la cual podrán más adelante sacar
alguna ventaja. Proyectar su imagen es su objetivo pues al destacarse llaman la
atención de los afectados por la causa que enarbolan y pueden recibir buenas
ofertas.
La puesta de los oportunistas políticos es infalible: si gana la causa
de la que son abanderados, tendrán una situación privilegiada pues son parte de los responsables del éxito de la misma, si la causa fracasa o es derrotada,
pueden venderse al enemigo a cambio de beneficios personales.
Aunque el oportunismo puede aparecer en personas de todas las clases, es
entre las clases medias donde se manifiesta con mayor frecuencia, esto así por
las características específicas de esos segmentos de sociedad que oscilan entre
las clases explotadas y los explotadores que los hacen ser políticamente vacilantes
e inestables.
Los oportunistas pueden ser aprovechados en la lucha política si se les
detecta a tiempo y se tiene plena conciencia de lo que buscan, pues su gran
capacidad de trabajo y su sed por estar al frente nos puede servir para avanzar
la causa política del cambio y para no exponer los liderazgos estratégicos a
los embates de las fuerzas enemigas antes de tiempo.
Los oportunistas suelen hacer mucho daño a las organizaciones cuando se
les deja operar sin controles y se les permite concentrar en sus personas la
vocería e imagen pública de las luchas, pues suelen crear camarillas de
oportunistas para desviar las causas hacia sus objetivos personales o grupales
y al abandonarlas o venderlas infunden confusión y desaliento entre la
militancia.
Lo correcto es dejar actuar a los oportunistas y que den la cara, pero
sin cederles el poder real en las organizaciones y frentes en que participen,
ni permitirles una representación absoluta, para evitar el daño que su
potencial abandono de la causa pueda causar al interior de las organizaciones.
Dependiendo del tipo de espacio en que se trabaje y del estado de
desarrollo del mismo, el oportunismo puede ser tolerado y aprovechado o
simplemente atacado ferozmente y desenmascarado ante la militancia.
En espacio débiles o en gestación, el oportunismo debe ser atacado de
frente y desenmascarado para evitar que controlen esos espacios; en espacios
fuertes y desarrollados, se puede tolerar y aprovechar; en las fases decisivas
de las luchas, debe desenmascararse y neutralizarse para asegurar el éxito de
las mismas evitando que las vendan o distorsionen.
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