En
República Dominicana y en la mayoría de países de la América Latina en las
últimas décadas, la política se caracteriza por una simple disputa por el
control de la administración del Estado vigente sin cuestionar las estructuras
de la actual organización social, pero no superarla.
En
el caso específico de la República Dominicana, la oposición, tanto de derecha
como la de izquierda, busca la simple alternancia en la administración del
Estado, y, a lo sumo, hacerle algunas reformas a las actuales estructuras que
posibiliten su permanencia. Es decir, la
oposición en República Dominicana se reduce a simple oposición política.
La
oposición política no es en sí oposición, sino rivalidad entre bandos que se
disputan el control de las instituciones del Estado vigente, y con ello, el
control del erario.
Una
verdadera oposición tiene que plantear una alternativa a la actual organización
social fundamentada en la opresión y explotación, para que ello implique
verdaderos cambios en las clases y sectores que las padecen.
La
gente común percibe que no hay mayor diferencia entre los diferentes bandos que
hacen oposición política, lo cual se traduce en indiferencia y en el buscar
provecho individual cuando participan en algún evento de carácter político.
Ello
explica el éxito masivo de la política clientelar y de prácticas como el
transfuguismo, la venta del voto y la exigencia de dieta y viáticos para
participar en cualquier actividad.
Para
que las masas se motiven a participar en la política de forma activa, militante
y altruista, tienen que reconocer esas condiciones en el liderazgo político
y ver con toda claridad que la misma se
orienta a la búsqueda de materializar transformaciones que en verdad impacten en
la calidad de vida de la gente y que representen, no sólo un cambio, sino un
avance con referencia al actual sistema de organización social.
No hay comentarios:
Publicar un comentario