martes, 2 de agosto de 2016

La clase asalariada y las tareas del momento

La clase asalariada en República Dominicana  está quizá en medio de la peor situación de su historia.

A la situación habitual de explotación y miseria de la clase obrera en el país, se le suman ahora otras grandes amenazas: la reforma al Código de Trabajo Dominicano vigente, con la cual la burguesía dominicana, en complicidad con el gobierno, pretende eliminar o disminuir los escasos derechos conquistados por el proletariado durante décadas de lucha y resistencia; la reclasificación de las pequeñas y medianas empresas, con lo cual la burguesía pretende deprimir aún más los sueldos de hambre que paga como salario mínimo, y por último, el maridaje empresariado gobierno en el Comité Nacional de Salarios, que permite a los primeros imponer reajustes salariales que no alcanzan ni siquiera para devolverle a la clase asalariada parte del poder adquisitivo perdido por la inflación, y el aumento de la presión fiscal para sostener a una burocracia presupuestívora, corrompida e ineficiente.

En el país hay actualmente 14 salarios mínimos, los cuales se aplican dependiendo del tamaño de la empresa donde se labore. Entre el salario mínimo de empresas grandes y las pequeñas, hay una diferencia de hasta un 50%, como si a los empleados de las empresas pequeñas les vendieran los artículos de primera necesidad con un 50% de descuento, o los vehículos de transporte público le cobraran la mitad del pasaje y los servicios se los cobraran a la mitad.

Las cortes laborales están llenas de personas que demandan su cesantía por años de trabajo o por despidos injustificados, pues los empleadores mediante sus abogados se valen de tecnicismos legales para alargar el proceso ante la vista indiferente del ministerio de trabajo y los jueces laborales.

La clase obrera en el país está amenazada y asediada por la burguesía y sus aliados, dentro y fuera del Estado, pero, la historia natural demuestra hasta la saciedad que al acorralar a la presa se desata su mayor peligrosidad, empujada al extremo, la clase asalariada en la República Dominicana está obligada a reaccionar y defenderse con uñas y dientes.

Se impone desarrollar una lucha no sólo por defender los derechos actuales de la clase asalariada, sino por el establecimiento de un salario mínimo único, aplicable a los empleados de todas las ramas de la economía y sin importar el tamaño de las empresas.

Alcanzar ese objetivo es algo que no podrá lograse en el corto o mediano plazo desde la dispersión y desorganización que hoy caracterizan a la clase asalariada en el país, ni mucho menos con la actual dirección de las centrales sindicales corrompidas y arrodilladas ante el empresariado y el gobierno. Hay que trabajar para materializar y fomentar nuevas formas de organización.

Ante la debilidad y dispersión en que este reto nos encuentra, los asalariados dominicanos debemos encontrar nuevas formas de organización, más generales  y creativas, que no se limiten a la organización dentro de las empresas en que trabajemos para evitar represalias que aborten el proceso en su fase inicial.


Si la organización dentro de las empresas resulta altamente difícil y riesgosa, debemos organizarnos en torno a nuestros intereses generales, para desde ahí y una vez fortalecidos por la unidad, continuar con la organización interna dentro de nuestros lugares de trabajo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario