Noviembre es el mes dedicado a la no violencia contra la mujer, precisamente en homenaje a tres mujeres valiosas y destacadas que fueron asesinadas en 25 de noviembre en nuestro país: las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, cruelmente asesinadas por órdenes del dictador Rafael Leonidas Trujillo.
Un primero de noviembre de 1974 también caería asesinada cobardemente, la dirigente campesina Florinda Soriano, mejor conocida como Mamá Tingó.
Para quienes vivimos en esta media isla llamada República Dominicana este mes y esta causa tiene una gran significación, tanto por las valiosas mujeres que hemos perdido fruto de la violencia política , y, sobre todo, por el alto número de feminicidios que tiene este país, en el que es dolorosamente común enterarse del asesinato de una mujer casi a diario.
Ese alarmante índice de feminicidios tiene como causa principal la permanencia de patrones culturales patriarcales que entienden a la mujer como un ser inferior que debe estar sometida a la voluntad de un hombre, pero también se encuentra entre sus causas una educación que no hace énfasis en el respeto a las demás personas.
No se puede dejar de lado en este tema tan actual e importante, el impacto que el desarrollo económico produce en las relaciones sociales y que es un eje transversal en todas las relaciones humanas, incluyendo las de pareja.
La incorporación a las actividades productivas no domésticas generada por el modo de producción capitalista imperante en nuestra sociedad, ha dado a la mujer la independencia económica que trae asociada, indefectiblemente, su independencia política: una mujer que no depende económicamente de un hombre, es una mujer que puede tomar libremente, y las toma, sus decisiones en todos los aspectos de su vida, incluyendo el sentimental o de pareja.
Pero las ideas, la cultura, lo superestructural, no avanzan a la misma velocidad que la vida material, es por ello que nuestra sociedad es testigo actualmente de una liberación de la mujer en el plano económico que acarrea consigo una liberación en el plano ideológico que el macho local aún no ha logrado asimilar.
El trabajo integral de todos los sectores de la sociedad en aras de empujar a los hombres de nuestro país a asimilar esos cambios, acompañados con políticas públicas de protección de la mujer y de sanciones fuertes a los agresores es lo que puede disminuir considerablemente la sempiterna violencia contra la mujer y reducir la tasa de feminicidos.
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