Al conmemorarse el pasado 23 de septiembre el
104 aniversario del natalicio del más grande líder obrero del la República
Dominicana, compartimos su biografía para estimular la imitación de su gran
ejemplo de lucha y compromiso con la clase obrera, ahora que tanto falta nos
hace para fortalecernos en la lucha por la defensa y ampliación de los derechos
del proletariado y por sus intereses estratégicos de clase.
Nació en Sabana Grande
de Palenque San Cristóbal el 23 de septiembre de 1910, hijo de Daniel Báez y de
Julia de los Santo, en el seno de una familia de campesinos y jornaleros.
Marchó muy joven a la zona azucarera del Este, como parte de
flujos migratorios que se producían en la época. A partir de un momento dado,
entró como bodeguero en bateyes de colonias cercanas a San Pedro de Macorís. Se
preocupó desde entonces por la superación personal a través del estudio, por lo
cual se trasladó a esa ciudad, donde encontró trabajo como marino, como se
llamaba a una parte de los estibadores del puerto que cargaban los buques lejos
del muelle.
Al tiempo que iniciaba estudios formales, a mediados de los años treinta comenzó a escribir artículos en diversos periódicos, entre ellos Combate, propiedad de su primo Antonio Báez. En ellos denunciaba las condiciones de trabajo imperantes en la región oriental. Lo hacía con todo el cuidado por lo peligroso que resultaba cuestionar la explotación social, mientras iba dando forma a su sensibilidad ante los problemas de la clase trabajadora por medio de este ejercicio del periodismo. Se vinculó a intelectuales jóvenes de orientación marxista, algunos de los cuales lo ayudaron en su educación, como Víctor Ortiz.
En 1939 el régimen dio luz verde a la organización de gremios obreros, término que se utilizaba para denotar un tipo de entidad centrada en la ayuda mutua y la defensa de intereses del oficio. Junto a algunos activistas, MAURICIO BÁEZ hizo del Gremio de Marinos una base para la promoción de la organización obrera en Macorís. En los años siguientes, propició la fundación de gremios en los principales oficios y centros de trabajo. La culminación de esta labor fue la organización de los trabajadores del campo, ya con una visión sindical más definida.
En 1943 se fundaron las federaciones provinciales del trabajo, destinadas a agrupar a los gremios de cada demarcación provincial. Báez fue electo presidente de la federación macorisana. Consolidó un núcleo de dirigentes compuesto por Nicolás Mercedes, Justino José del Orbe, Teódulo Guerrero Montás, Víctor Conde, Providencia viuda Lugo y otros.
Hacia 1945 se incrementó la agitación obrera a causa de la inflación. Mauricio Báez estuvo vinculado a varias huelgas que se produjeron en el área urbana y en el sector azucarero. Preparó así las condiciones para la huelga general azucarera, en enero de 1946, en coordinación con la Federación Provincial de La Romana, de reciente creación. De manera sorpresiva, el día 7 de ese mes, todos los ingenios de la zona fueron parados por una demostración contundente de sus trabajadores. Algunos dirigentes vincularon esta huelga con informaciones provenientes de los exilados de que se produciría una expedición armada. El régimen, consciente de que era preciso desmontar este peligroso foco de disidencia, optó por negociar y aceptó los reclamos. En muchos casos los salarios se duplicaron.
Después de la Huelga azucarera, se vio obligado a salir al exilio por la feroz persecución del la tiranía, radicándose en Cuba, desde donde denunciaba la represión trujillista y la opresión a la clase obrera.
Regresó ese mismo año después de una estadía en Cuba donde se vinculó a miembros del Partido Socialista Popular(PSP). En Agosto de 1946, su nombre apareció en el periódico <<La Nación>> de la capital dominicana, encabezando un manifiesto del PSP en el que se anunció el inicio de las actividades legales de ese partido.
Participó en el Congreso Obrero de septiembre de 1946, saliendo elegido como secretario de organización de la Central de Trabajadores Dominicanos.
Mauricio intentó reorganizar el movimiento sindical en el país, hasta que en Junio de 1947 Trujillo declaró ilegal el comunismo en la República Dominicana. Mauricio Báez salió nuevamente al exilio desvinculado ya del PSP, pero manteniendo una actitud de oposición al régimen de Trujillo. De ese exilio no volvió más.
El 8 de Diciembre de 1950, agentes encubiertos al servicio de Rafael Leónidas Trujillo se presentaron en casa número 8 de la calle Cervantes, en el reparto Sevillano en la Habana Cuba, secuestraron a Mauricio Báez, y nunca más se le volvió a ver.
Al tiempo que iniciaba estudios formales, a mediados de los años treinta comenzó a escribir artículos en diversos periódicos, entre ellos Combate, propiedad de su primo Antonio Báez. En ellos denunciaba las condiciones de trabajo imperantes en la región oriental. Lo hacía con todo el cuidado por lo peligroso que resultaba cuestionar la explotación social, mientras iba dando forma a su sensibilidad ante los problemas de la clase trabajadora por medio de este ejercicio del periodismo. Se vinculó a intelectuales jóvenes de orientación marxista, algunos de los cuales lo ayudaron en su educación, como Víctor Ortiz.
En 1939 el régimen dio luz verde a la organización de gremios obreros, término que se utilizaba para denotar un tipo de entidad centrada en la ayuda mutua y la defensa de intereses del oficio. Junto a algunos activistas, MAURICIO BÁEZ hizo del Gremio de Marinos una base para la promoción de la organización obrera en Macorís. En los años siguientes, propició la fundación de gremios en los principales oficios y centros de trabajo. La culminación de esta labor fue la organización de los trabajadores del campo, ya con una visión sindical más definida.
En 1943 se fundaron las federaciones provinciales del trabajo, destinadas a agrupar a los gremios de cada demarcación provincial. Báez fue electo presidente de la federación macorisana. Consolidó un núcleo de dirigentes compuesto por Nicolás Mercedes, Justino José del Orbe, Teódulo Guerrero Montás, Víctor Conde, Providencia viuda Lugo y otros.
Hacia 1945 se incrementó la agitación obrera a causa de la inflación. Mauricio Báez estuvo vinculado a varias huelgas que se produjeron en el área urbana y en el sector azucarero. Preparó así las condiciones para la huelga general azucarera, en enero de 1946, en coordinación con la Federación Provincial de La Romana, de reciente creación. De manera sorpresiva, el día 7 de ese mes, todos los ingenios de la zona fueron parados por una demostración contundente de sus trabajadores. Algunos dirigentes vincularon esta huelga con informaciones provenientes de los exilados de que se produciría una expedición armada. El régimen, consciente de que era preciso desmontar este peligroso foco de disidencia, optó por negociar y aceptó los reclamos. En muchos casos los salarios se duplicaron.
Después de la Huelga azucarera, se vio obligado a salir al exilio por la feroz persecución del la tiranía, radicándose en Cuba, desde donde denunciaba la represión trujillista y la opresión a la clase obrera.
Regresó ese mismo año después de una estadía en Cuba donde se vinculó a miembros del Partido Socialista Popular(PSP). En Agosto de 1946, su nombre apareció en el periódico <<La Nación>> de la capital dominicana, encabezando un manifiesto del PSP en el que se anunció el inicio de las actividades legales de ese partido.
Participó en el Congreso Obrero de septiembre de 1946, saliendo elegido como secretario de organización de la Central de Trabajadores Dominicanos.
Mauricio intentó reorganizar el movimiento sindical en el país, hasta que en Junio de 1947 Trujillo declaró ilegal el comunismo en la República Dominicana. Mauricio Báez salió nuevamente al exilio desvinculado ya del PSP, pero manteniendo una actitud de oposición al régimen de Trujillo. De ese exilio no volvió más.
El 8 de Diciembre de 1950, agentes encubiertos al servicio de Rafael Leónidas Trujillo se presentaron en casa número 8 de la calle Cervantes, en el reparto Sevillano en la Habana Cuba, secuestraron a Mauricio Báez, y nunca más se le volvió a ver.
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