martes, 30 de septiembre de 2014

La bandera del Comunismo

Cuando hablamos del comunismo, es inevitable señalar el miedo que se le tiene a dicha ideología. Gente común, sin  siquiera conocer mínimamente  lo que es el comunismo,  lo que  pregona; sin saber los objetivos que los comunistas persiguen, ignorando prácticamente todo sobre el mismo, menos su bandera, tiemblan de miedo al escuchar hablar del mismo.

Muchos intelectuales lo miran con desdén y desprecio; haciendo uso de  argumentos banales lo descalifican y tachan de anticuado e  inútil.

Incluso las masas  proletarias, que  al desconocer que el comunismo tiene como objetivo la emancipación de la clase obrera y la creación de una sociedad sin clases sociales, de entrada  lo rechazan.

A la hora de hacer un análisis histórico sobre el comunismo en los siglos XIX y XX, sale a la luz que es la  sucia propaganda a la que ha sido sometido a lo largo de toda su historia el elemento  que determina la mala imagen de la que goza el mismo. Dicha propaganda va en dos vertientes: por un lado tenemos al imperialismo y a la burguesía de cada país descalificando y luchando en contra de lo que el comunismo representa, y por otro lado, tenemos una propaganda igual de dañina: la propaganda que hacen quienes con argumentos y prácticas erradas enarbolan la bandera del comunismo.

Del primer grupo es de esperarse que ataque con todo lo que tienen al comunismo: son la clase dominante del sistema capitalista, saben que los comunistas pretendemos acabar con el statu quo del capitalismo en su versión imperialista y del capitalismo representado en la burguesía de cada país, que buscamos destruir  su sociedad hasta los cimientos, que en una nueva sociedad no tendrían los privilegios de los que gozan en esta, ya que tenemos como objetivo  destruir  su capacidad de apropiarse del sobre producto de la sociedad a través de la explotación de mano de obra asalariada, y crear una nueva sociedad, de ahí que desde  tiempos anteriores a Marx y Engels, vengan con su propaganda anticomunista, porque saben que la llegada del comunismo significaría el fin de su sociedad.

Al otro grupo se le debe prestar el mismo interés. Ese grupo que se hace llamar comunista solo ha sido la pata izquierda del capitalismo: han jugado un papel netamente contrarrevolucionario, se hacen llamar marxistas pero tienen décadas divorciados del marxismo, han llegado al punto de adoptar posturas revisionistas, planteando la necesidad de “modernizar al marxismo”; hablando de “nuevos sujetos sociales” y dejando a un lado el rol del proletariado como la única clase verdaderamente revolucionaria en esta sociedad.

Lo peor de todo es que desconocen totalmente el daño que con sus posturas e incoherencias le hacen al proceso revolucionario.


He aquí la tarea titánica que tenemos en frente: derrotar en todos los ámbitos a dichos grupos  y sus ideas. Los verdaderos comunistas debemos defender las ideas del marxismo,  aun sabiendo que seremos  atacados férreamente por la burguesía, y tachados de dogmáticos y sectarios  por una izquierda que hace tiempo perdió el norte de la revolución. Hay que trabajar arduamente  para acabar con el sistema, para que al final del día, sean los obreros quienes enarbolen la bandera del comunismo. 

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