miércoles, 1 de julio de 2015

La Clase trabajadora haitiana en República Dominicana

La República Dominicana cuenta con una considerable cantidad de proletarios haitianos distribuidos esencialmente en el área de la construcción y las labores agrícolas.

La presencia de mano de obra haitiana en el país data de principios del siglo XX, con la importación de grandes grupos de braceros haitianos que suplieron la demanda de trabajadores que exigía la creciente industria azucarera del país, especialmente en la zona Este.

Por su calidad de inmigrantes, históricamente la mano de obra haitiana ha sido bastante vulnerable y sobre explotada tanto por la burguesía, como clase, como por el Estado en calidad de empleador. Y es que, al no poseer los pocos derechos de los que gozan los trabajadores dominicanos, la clase trabajadora haitiana se ve forzada a trabajar bajo condiciones inhumanas y con salarios por debajo del mínimo establecido por ley. No conformes con esto, muchos empleadores en ocasiones ni siquiera les pagan lo acordado por la compra de su fuerza de trabajo.

El contexto socio-político actual se presenta bastante hostil a la clase trabajadora haitiana. Por un lado se enfrentan a las deportaciones que pretende el gobierno, ya que muchos trabajadores haitianos, frente a la negativa de sus patrones de otorgarles los documentos necesarios y el propio gobierno haitiano que no los dotó de documentos de identidad, se quedaron fuera del plan de regularización.

Por otro lado, chocan de frente con  la falta de solidaridad de los sindicatos y trabajadores dominicanos, que ven en los trabajadores haitianos la causa de sus desgracias. Históricamente se ha confundido al proletariado de nuestro país, diciendo que la presencia de mano de obra haitiana reduce sus salarios, pero este argumento se desmonta al observar el bajo costo que se paga por la fuerza de trabajo en sectores que nunca han sido permeados por la inmigración haitiana, como es el caso de las zonas francas. Aun sin trabajadores haitianos, la burguesía seguirá pagando salarios de hambre y seguirá creando mecanismos como la reforma al Código de Trabajo, que desmonten los pocos beneficios, que en su lucha contra los patrones y el Estado, los trabajadores dominicanos han logrado.

En cuanto a esta situación, las organizaciones verdaderamente clasistas tienen que definir la agenda a seguir. Se debe fomentar la unidad entre trabajadores y se debe  estimular la toma de conciencia de clase entre los mismos y hacerles ver que los intereses de clase sobrepasan cualquier disputa nacional que pueda existir entre nuestros países.

Se debe aupar la lucha, no contra el obrero que tenemos al lado, que sufre las mismas vejaciones que nosotros y se hunde en la miseria, sino contra la burocracia sindical, que nunca han defendido verdaderamente nuestros intereses y contra el enemigo  que tenemos en la burguesía, la cual no tiene reparos nacionalistas a la hora de explotar mano de obra asalariada.

Somos obreros, somos una clase y debemos actuar como tal, no podemos permitir que la lucha de clases se ahogue en  cuestiones de nacionalismos que nos son ajenas y que lo único que hacen es dividirnos. Que siempre quede claro: los obreros no tenemos patria, tenemos nuestra fuerza de trabajo y debemos defender nuestros intereses de clase. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario