viernes, 28 de febrero de 2014

La esquina de la cultura

EL PANEGíRICO
 Por Pedro Bergés



A través del gran lienzo que cubría a la estatua, se presentían los contornos voluminosos, los perfiles ecuestres y la flotante densidad de  un monumento levantado sobre un pedestal de labradas batallas. El Presidente de la República, acompañado de su gabinete en pleno, subió al rellano del monumento y leyó un largo y prolijo discurso en memoria del General Rosendo Ferroso. Al concluir el panegírico, el estadista, asistido por el cuerpo de protocolo, desvelizó la estatua.

   Abajo, la multitud vio con asombro a un caballo encabri­llado, sin jinete, sin la silla de montar, sin bridas e incluso sin el sable de las gestas. Inmediatamente, el servicio de seguridad del Presidente buscó al héroe por todo el monumen­to, interrogando a su paso a los ministros, a los prelados, a los notables, a las damas oficiales y a los propios historia­dores que se mantenían a la sombra de la ceremonia.


   Sólo cuando un edecán decidió subir a la estatua ecuestre, encontró en los belfos una nota, escrita a puño y letra por el mismo general Rosendo Ferroso: "VOLVERÉ CUANDO NADIE INTENTE ENGRANDECERSE CON MI NOM­BRE".


Humor



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