EL PANEGíRICO
Por Pedro Bergés
A través del gran lienzo que cubría a la estatua, se
presentían los contornos voluminosos, los perfiles
ecuestres y la flotante densidad de un monumento levantado sobre un pedestal de
labradas batallas. El Presidente de la República, acompañado de su gabinete en
pleno, subió al rellano del monumento y leyó
un largo y prolijo discurso en memoria del
General Rosendo Ferroso. Al concluir el panegírico, el estadista, asistido por el cuerpo de protocolo,
desvelizó la estatua.
Abajo, la
multitud vio con asombro a un caballo encabrillado, sin jinete, sin la silla
de montar, sin bridas e incluso sin el sable de las gestas.
Inmediatamente, el servicio de seguridad del
Presidente buscó al héroe por todo el monumento, interrogando a su paso a los ministros, a los prelados, a los notables, a las damas oficiales y a los
propios historiadores que se mantenían a la sombra de la ceremonia.
Sólo cuando un edecán decidió subir a la
estatua ecuestre, encontró en los belfos una nota, escrita a puño y letra por
el mismo general Rosendo Ferroso:
"VOLVERÉ CUANDO NADIE INTENTE
ENGRANDECERSE CON MI NOMBRE".
Humor
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