El
capitalismo es un sistema económico salvaje en donde predomina la ley “del más fuerte sobrevive”. La lucha y competencia
se da en todos sus estratos: en las filas del proletariado, donde se compite
por las plazas de trabajo, y entre los capitalistas, quienes se luchan por mayor
participación en el mercado.
Según
el Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP), el actual Código Laboral
presenta una falta de flexibilidad que
les impide ser competitivos en un mercado mundial bastante dinámico. Este
argumento es utilizado para promover su nefasta reforma laboral. Éstos
pretenden, como siempre, a expensas de la explotación del trabajador, elegir
las mejores estrategias de mercado que les permita competir con las empresas de
otros países. Ahora bien, ¿a qué se refiere el CONEP cuando habla de
competitividad?
En
años recientes hemos sido testigos de las emigraciones de las grandes
multinacionales norteamericanas y europeas a territorios del este asiático y África,
en donde las condiciones laborales son totalmente deplorables: sobre
explotación, falta de derechos laborales y salarios de miseria. Estas
condiciones hacen reducir considerablemente los costos de producción y por
tanto les permiten ser más competitivos
en el mercado mundial, de ahí que estos territorios sean destinos predilectos
de las multinacionales.
En su texto “Hacia una reforma laboral que promueva el
empleo formal”, la burguesía nacional
plantea que se deben tomar decisiones para convertir en realidad los objetivos
establecidos en la Estrategia Nacional de Desarrollo, las cuales deberán
reflejarse en grandes pactos nacionales. Lo que no mencionan es que estas
difíciles decisiones a tomar, recaen sobre los intereses inmediatos del
proletariado dominicano.
La competitividad por la que aboga la burguesía trae consigo medidas
tales como: limitar la cesantía a un tope de hasta 3 años y un límite a la base
de cálculo de hasta 4 salarios cotizables de la Seguridad Social; ampliar las
causales de despido de empleados; modificar el período de prueba para un nuevo
empleado para que sea de 6 meses y reducir el período de tiempo para
recontratarlos, flexibilización de la jornada laboral. Y así, muchas más
medidas que golpean la ya deteriorada calidad de vida del obrero. Eso sí, todo
esto “con el interés de crear empleos y aportar al desarrollo del país.”
Dichas
medidas responden nuestra interrogante inicial. Ser competitivos para el CONEP es explotar mano de obra asalariada
con la misma intensidad y en las mismas condiciones laborales en que lo hace el capital internacional.
Esta
situación encuentra al proletariado en sus niveles más bajos de organización, con sindicatos
colaboracionistas, dispuestos a pactar con la burguesía y un Estado, que como
todo apunta, apoyará la reforma pretendida.
Ante todo
esto, solo nos queda empezar el proceso de organización sindical y política para
luchar por salarios dignos y nuestros derechos laborales. De frente tenemos el
camino histórico que el capitalismo como modelo económico, nos ha asignado: la
lucha de clases.
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